martes, 5 de febrero de 2013

Cosas y caso de la vida 6 (cambio de ultima hora)


Dia 6
Holap a todos los lectores, suscriptores y curiosos quienes leen este blog, mi nombre es Noemí Jobs; se preguntaran porque estoy aquí y no su doctor Lebanc, bueno teniendo en cuenta que él está en cama muy enfermo y que no ha podido subir o terminado de subir las historias pendientes, me pidió a mi (quien también hago parte del grupo de trabajo de este blog además de también ser una Doctora al igual que él) que lo reemplazara y le ayudase a terminar de subir lo que faltaba. Bueno antes de empezar quiero decirles que la siguiente historia, además de ser un caso de la vida real, es una historia que no se tenía planeado subir; no solo  por los motivos anteriormente dicho sino además que  fue una historia que junto con el doctor leímos y nos encantó tanto que decidimos, obviamente, editarla y subirla. A estas alturas ni el, ni yo ni nadie del grupo del trabajo sabemos si es una historia real, pero sin duda nos deja mucho en que pensar. En fin espero que les gusten muchos y nosotros nos veremos de nuevo mañana para subir la última historia.

Esta es la historia de la vida de una  señora llamada Maritza Gutiérrez. Ella tuvo una infancia muy buena, al lado de sus padres que la amaban y respetaban dándole bases para una vida llena de éxitos y felicidad; tuvo una hermana la cual era su mejor amiga, ellas eran muy unidas compartían todo, secretos íntimos, amistades memorables y una vida creciendo una al lado de la otra. Sin lugar a dudas esta era la familia cualquiera desearía; era, como le llamarían,  una vida perfecta. Además de ser unidas y ser amigables, ambas tenían muy buenos promedios. Los cuales  luego de un tiempo las llevaron  a la Universidad. Maritza se graduó en telecomunicaciones y su hermana Ana en ingeniera, ambas como siempre con honores y con carreras aseguradas; por el lado de Maritza consiguió un trabajo en una empresa multinacional y por motivos de trabajo Maritza tuvo que viajar a Estados Unidos  por un tiempo.

Ella consiguió un buen trabajo con el tiempo tanto que llego a tener  una vida tranquila; consiguió  un novio que  la amaba sobre todas las cosas, una hermana ejemplar, muchos amigos excepcionales, jefes maravillosos  y unos padres estupendos.

Pero sin previo aviso todo cambiaria. Un día saliendo de su trabajo, abordo su auto ya que  se dirigía a su casa para alistarse porque esa noche se vería con su novio en un restaurante conocido,  el cual le planeaba pedirle  matrimonio.

Pero unas cuadras antes de llegar a su casa tuvo un accidente con otro auto; la llevaron de emergencia ya que sufrió una severa contusión cráneo encefálico debido al choque con el parabrisas, su vida corría peligro. Ella lucho arduamente varios meses tras haber permanecido en un coma inducido mientras sanaba sus heridas, por poco no sobrevive. Cuando despertó, se encontraba en el hospital, no sabía que había sucedido, no recordaba quien era, ni quien era el hombre que estaba a su lado, mucho menos reconoció a la sollozante hermana que tenía enfrente suyo y a los aliviados padres que la vieron despertar. Maritza había perdido la memoria. Los doctores explicaron que debido a la contusión y el estado vegetativo que sufrió Maritza, su cerebro sufrió grandes daños que además de incluir pérdida parcial y total de la memoria, le dio a ella varios meses de rehabilitación para poder recuperar movimiento en su brazo y pierna derecha, dejándola meses lisiada.

Aun con todos estos problemas, su familia estaba contenta y le dieron a ella la cálida bienvenida y el amor que siempre recibía. Su hermana Ana le recordaba durante largas tardes en la que pasaban juntas como era su relación de amistad y su amor fraternal. Su novio, quien había postergado los planes de matrimonio, intentaba todos los días en reconquistar a esa bella mujer y ganarse el cariño y confianza que ambos tenían. Sus padres cuidaban de ella como si fuese una niña, sin olvidar recordarle quien era en realidad. Pese a tantas atenciones y cariños recibidos, ella estaba en un estado de shock que no le permitía entender quién era, mucho menos comprender los méritos que toda su familia hacían; llegando al punto de intentar sin resultados recordar quien era. Dentro de su mente todo era agobiador y frustrante, su mayor miedo se apodero de ella sin siquiera recordar que ese era su mayor miedo, el miedo de no saber quién era.

Los años pasaron, y los esfuerzos de la familia se fueron agotando y llegando a la conclusión de que habían perdido a Maritza, sus padres y el novio renunciaron prontamente.

La única que siguió al lado de su desmemoriada amiga, fue Ana quien nunca se rindió pero si llego a cansarse de cómo fue que su amiga ahora era una desconocida. Un día, luego de haber pasado tres años después del accidente, Maritza estaba dormida, y ella como era una costumbre de ambas llego a despertarla para jugar a ver si con eso recordaba. AL contrario de lo que esperaba, Maritza se asustó y le grito: “Acaso no te enseñaron a no entrar en un cuarto de un desconocido·

Ella, llena de cólera por ese comentario le dio una cachetada y le dijo: Parece injusto que, luego de tantas cosas vividas, tantos recuerdos bonitos y tantas cosas aprendidas ahora me veas como una extraña. Eso me dolió en lo más profundo. Por primera vez, después de ese accidente, Maritza fue consciente de sus palabras y movida por un recuerdo vago que aún conservaba, la abrazo y llorando en sus brazos  le dijo: Ayúdame a recordar.

Desde ese día, ambas fueron amigas de nuevo pero con una mínima diferencia, Maritza jamás recordó quien era. Empezó una nueva vida desde allí, dándole una oportunidad a su antiguo novio de hacerla feliz y de aceptar a sus padres; pero lo que jamás pudo olvidar fue el amor que sentía por su hermana, la que hizo recordar a esa vieja amiga que la acompaño hasta el último de sus últimos días.

 

 

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