jueves, 24 de enero de 2013

Koguma y Neko


Dia 3
Ola a todos vosotros este jueves por la noche; gracias por sus comentarios y visitas durante estos dos primeros días, es un alivio saber que les gusta. El día de hoy subiré una historia de mi propia pluma que sin duda me gusto, así como también espero que les guste sin más que decir, empecemos. 
 
 

Koguma y Neko



En los tiempos antes de la humanidad, los dioses vagaban tranquilamente en el Eros, sin preocupaciones pero con vacíos en si como si les faltara algo. Durante esos días de soledad y falsa felicidad, Pretos (el dios mayor) y su hermano mayor Eratos se propusieron a crear a los primeros hombres; seres iguales a ellos, con cualidades menores y que no tuviesen emociones pero si gran razón y sabiduría. Pese a sus conocimientos, eran torpes y miles de ellos murieron intentando sobrevivir a la naturaleza  e incluso a sus instintos de superioridad, que ocasionaban peleas entre ellos.  De esta manera los dioses, en su afán de proteger y resguardar sus creaciones, crearon dos criaturas distintas y lejanas una de la otra para ser los guardianes  y protectores de los primeros humanos; ellos eran Koguma, un ogro que se transformaba en oso de tres metros con feroces garras y de mal actuar; y Neko, una ninfa hermosa de actuar y parecer que se transformaba en Gato. La labor de ellos era de enseñar y proteger a los humanos de sí mismos, que al igual que ellos no poseían ninguna emoción. Koguma se encargaba de enseñar a los humanos a crear fortalezas y armas que servían para el arado y la defensa contra la naturaleza; mientras que Neko era dulce y enseñaba a los hombres a no solo a defenderse sino también a cuidar de la creación de los dioses.

Aun así, ni Neko ni Koguma podían verse pero si comunicarse entre ellos para la enseñanza y el avance humano; esto se debía a que los dioses se lo prohibieron para evitar en ellos peleas y discordias. Hasta que llego el Gaska (fin del año) en donde los seres subían a donde los dioses a entregar cuentas del progreso humano. Fue la primera vez que se encontraron, ambos seres quedaron impactados por lo perfectos que era el uno con el otro; sintieron algo que nunca hubo hasta ese día: Amor. Después de ese día, ambos seres intentaban verse muy a menudo a escondidas de los dioses, se enviaban regalos, se mandaban obsequios y se amaban en silencio y secreto. Lejos de allí, los humanos al ver las acciones de ambos seres empezaban a adorarlos y a crear ritos en pos de ellos aun sin ellos dos saberlo por estar en su romance.

 
 
Los dioses, al enterarse del acto de los humanos y de los seres, les  declararon la guerra a sus propias creaciones. Los días iban y venían y las bajas eran grandes entre ambos bandos, pero los dioses eran implacables; los humanos rogando por sus vidas pidieron ayuda por los seres.  Los seres, conmovidos por sus fuertes sentimientos entre ellos, corrieron en pos de los humanos no por benevolencia sino por misericordia; ya que sin quererlo amaban a esos seres que no eran de su propiedad. El día llego, los humanos luchaban con todas sus fuerzas en contra de los hermanos, quienes con forma humana, bajaron a la tierra a enfrentar los pocos humanos que quedaban; Koguma llego primero y dio el primer golpe mientras Neko sanaba a los heridos, mientras que los dioses se enfrentaban en contra de ellos. Koguma, en su forma de oso, ataco a Eratos; Eratos al ver lo que se venía, tomo una lanza y atravesó el corazón del poderoso oso. Neko al ver aquella escena y como el final de su amado se venía, se colocó en medio del dios y del oso recibiendo el otro golpe también en su corazón.

Ambos seres cayeron al suelo mientras volvían a sus formas normales; ella con sus pocas fuerzas se arrastró al lado de su amado y con un beso sellaron su final. Hubo un silencio estremecedor en el campo de batalla, el sonido de las lanzas y los gritos de los muertos se reemplazaban poco a poco por los llantos tanto de los hombres como de los dioses, quienes al ver la escena empezaron a sentir. Los hermanos, al ver su error se lamentaron en sí mismos. De repente y sin previo aviso se levantaron los enamorados sonriendo y amándose más que nunca, ya que ni la muerte los pudo separar. Los dioses, sorprendidos y reflexivos, al ver tal escena le perdonaron la vida a los humanos y se reconciliaron con ellos, infundiendo en ellos los sentimientos que en ambos habían. La paz volvió, los dioses y humanos vagaban libremente ya sin vacíos en el Eros, y los amados sabiendo que su amor pasaría de generación en generación, plasmaron en el cielo tres estrellas juntas que perpetuaría su amor siempre y por siempre. Y se preguntaran porque tres, bueno una representa a Koguma fuerte y poderoso, la otra a Neko noble y dulce y la tercera el fruto de su amor, Okamii.
 
 

 

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